-Oh
joder mama ¿que haces aquí?
-Pues hija hemos
venido a verte, a saber como estabas y que tal llevabas todo y para
hablar del asunto de
-Mama cuantas
veces te he dicho que llaméis antes de venir, ¿mi padre esta aquí?
-digo cortándola para que no diga nada sobre el cáncer y mucho
menos sobre mi embarazo
-Si, esta en el
salón, menos mal que no os a visto sino le da un infarto.
-Megan, yo mejor
me voy, hablamos por teléfono y quedamos para lo del sábado que
tengo muchas ganas de acompañarte ¿vale?
-Vale Dylan,
hablamos y te digo hora y lugar, adiós.
Justo cuando se va
mi padre aparece por la puerta del salón y empieza a hacer preguntas
sobre los cristales que hay en el suelo y entre mi madre y yo le
contamos una pequeña mentira, aunque se que no se a convencido, lo
deja pasar.
Cuando nos
sentamos en el sofá mis padres se intercambian miradas, pero ninguno
empieza a hablar, así que soy yo la que tiene que empezar hablando.
-¿A que se debe
esta inesperada visita?
-Nada, queríamos
verte -dice mi madre- por cierto ¿que te has echo en tu pelo? Con lo
bonito que lo tenias.
-Nada mama, sabes
que siempre es lo que e querido hacerme, pero como la prensa siempre
estaba espiándome nunca me lo había hecho por que decíais que era
una vulgaridad y dirían de todo.
-Megan, te queda
muy bien.-dice mi padre muy tenso por lo que acabo de decir.
-Se puede saber
para que habéis venido.
-Megan tu padre
conoce a un medico especialista en cáncer de pulmón y si abortaras
es muy probable que el cáncer remita. -la miro con cara de odio y
antes de empezar a decirles de todo, me levanto y me voy a por agua a
la cocina.
Cuando vuelvo sin
sentarme les digo:
-Si
habéis venido a decirme solo eso, ya lo habéis dicho y os digo que
no, así que ya sabéis donde esta la puerta -antes de que digan nada
me voy a mi habitación y cierro con llave, al rato escucho como se
cierra la puerta de casa.
Después de cenar
llamo a Dylan y le pido disculpas y después de bromear y quedar para
el sábado, cuelgo y decido ponerme una película en la tele y antes
de que termine me quedo dormida.
La semana
transcurre muy rápidamente y antes de lo esperado estoy con mis
amigas metiendo bolsas de comida y bebida en mi BMW, regalo, por
desgracia de mis padres.
Diez minutos antes
de la hora acordada aparece Dylan, que esta guapísimo vestido con un
vaquero algo desgastado y una simple camiseta de Adidas.
-Hola chicas,
estáis preciosas como siempre -dice con una preciosa sonrisa de
fanfarrón.
-Hola Dylan, ¿has
traído los trescientos euros que vas a perder? -dice María mientras
nos metemos todos en el coche.
Cuando vamos a
mitad de camino siento que me falta el aire y que no respiro bien,
así que decido parar en una gasolinera con la escusa de ir al
servicio. Como las chicas se quedan comprando con Dylan, me pongo a
hacer los ejercicios respiratorios que me dijo el doctor y a los diez
minutos ya estoy mas relajada y voy respirando mejor, al menos esta
vez no me e puesto a toser sangre.
Al reanudar el
viaje noto como mis amigas me mirar preocupadas, sobre todo Estrella
que es la mas sensivela pero yo me comporto con normalidad y las
tranquilizo con la mirada.
Al llegar al
circuito me pongo súper alegre e histérica y mas cuando me entero
que tienen un ferrari 488 GTB y un mustan gt cobra y un montón de
coches mas, ademas, todos están adaptados para carreras y son una
verdadera pasada.
El primer coche
que cojo es el ferrari, Dylan va de copiloto. Nos ponemos los cascos
y le digo que encienda el botón que hay en ellos así nos podremos
oír cuando estemos en la pista y también nos oirán mis amigas y
los supervisores desde boxes.
Al arrancar el
coche, el sonido bronco del motor es colosal. Tras guiñarle un ojo a
las chicas, salgo a pista. Con cuidado al principio, doy un par de
vueltas de reconocimiento, debo memorizar el circuito. Pero me
resulta fácil, no es un circuito complicado.
-¿Todo bien, Megan? -pregunta Dylan a
mi lado.
-Sí.
-¿Me vas a asustar? -dice con sorna.
Al oír su tono, sonrió y suelto:
-Prepárate, listillo.
Al pasar por tercera vez por el box,
aprieto el acelerador y Dylan, riendo, grita:
-Eaaaaaaaaaaaa.
Esta vez, ya me preparo para las curvas
antes de que lleguen y comienzo a disfrutar de la conducción. Sin
dudarlo, hago todo lo que mi padre me enseñado hace años.
La cuarta vez que paso por el box,
Dylan se agarra al asiento y murmura:
-Nena... ten cuidado.
-¿Te estás mareando? -preguntó
riéndome.
-No. Pero ten cuidado.
Aceleró con maestría, acelero y
acelero para luego frenar, reducir marchas y coger una curva a la
derecha y otra a la izquierda. Encantada por la sensación de
velocidad, vuelvo a acelerar y, al coger la siguiente curva, el coche
derrapa y se ladea un poco.
-¡Cuidado! -chilla Dylan.
Entusiasmada, vuelvo a acelerar y las
ruedas chirrían.
En el quinto paso por delante del box,
Dylan ya no respira. Me fijó en que clava los dedos en el cuero del
asiento y, divertida, pregunto:
-¿Te estoy asustando, listillo? - Él
no contesta y aguanta como un campeón siete vueltas más, a cuál
más rápida, más loca y delirante. Pero cuando, en plena recta,
freno de golpe y comienzo a hacer trompos con el coche, ya no puede
más.
-¡Megan! -grita.
No lo oigo o no quiero oírlo. El coche
da vueltas y vueltas sin parar, mientras las ruedas chirrían. Se
huele a quemado y el humo nos rodea, hasta que suelto el freno del
coche, lo hago derrapar y, acelerando, lo lanzo de nuevo a la pista.
Dylan parece que ya no tiene cuerpo y,
como puede, vocea:
-¡Megan, para!
Lo miró y, al ver su gesto serio, se
lo que le ocurre y, sin dudarlo, reduzco las marchas y me meto en el
box. Nada más parar, sale como puede del coche a toda mecha,
mientras yo lo hago por el otro lado. Se quita el casco, me mira
furioso y dice:
-¿Estás loca?
-¿Te he asustado? -pregunto, burlona.
-¡Podríamos habernos matado! -grita
con gesto descompuesto-. Pero... pero ¿cómo se te ocurre conducir
así?
-Pues muy fácil, tenía el coche, la
pista para correr a sus anchas y la experiencia. ¡Qué quieres que
te diga!- dice María riéndose a mas no poder junto con Estrella-
nos debes trescientos euros tío.
Continuara...
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