Me hago la
despistada, pues no vaya a ser que valla a por otra persona y yo me
haga ilusiones, pero cuando ya esta pegado a mi no me queda otro
remedio que reprimir la sonrisa por las caras de alucine que están
poniendo mis amigas y levantar la vista.
-Dios, Megan, que
te has hecho en el pelo, casi no te reconozco. -dice con una sonrisa
y mirándome con ojos sorprendidos y con dudas.
- Fue...Fue...por
una apuesta, la perdí y ya no lo e podido retrasar mas. Te apetece
tomarte un café con nosotras, estas son mis amigas, María y
Estrella. - digo señalándolas con la mano e intentando que se
olvide de lo de mi pelo, no me gusta mentirle pero tampoco quiero
contarle mi vida privada.
Cuando les a dado
dos besos a las dos, se sienta el la silla que hay al lado mio y
señalando el regalo que aun tengo en las manos, dice:
-No fastidies,
¿eso es un vale para conducir durante un día entero el coche que
quieras?.
-Pues si, me lo
acaban de regalar y estaba pensando en ir al fin de semana que viene
con ellas, ¿te apuntas? -no se por que lo e dicho, pero me ha salido
del alma invitarle, espero no asustarle con mi conducción, pues
desde pequeños mi padre nos enseño a conducir como locos a mi
hermano y a mi coches de carreras, ya que el es el famoso “rayo”
ganador de miles de carreras por todo el mundo, ya esta jubilado,
pero siempre que compra un coche soy yo, su pequeña estrella, quien
lo prueba en su pista privada donde enseña a conducir a pequeños
pilotos.
-Dime hora y lugar
y estaré ahí, ¿que coches quieres conducir? -dice con una
sonrisa, que declara a simple vista que piensa que no sabre
conducirlos y que me costara.
- Pues quiero
probar un mustang GT y un ferrari y si se puede alguno mas no tendré
problema. -me mira con cara de vacile como diciendo ¿bromeas no?- si
quieres puedes se mi copiloto, ellas -digo señalando a mis amigas
con la mano- ya saben lo que hacen y no creo que se atrevan a meterse
en un coche conmigo cuando tengo la pista para mi.
Mis amigas se
echan a reír y yo también, pues estoy segura que están pensando en
la vez que me acompañaron al circuito de mi padre y el las convenció
para subir al coche conmigo, creo que vieron pasar su vida en
segundos.
- Enserio, ¿esta
loca sabe conducir coches de cilindrada alta? -dice mirándolas con
cara de sorpresa. Ellas se mirar, se que le van a gastar alguna, así
que me relajo en la silla y bebiendo de mi frapuchino espero lo peor.
-Te apostamos lo
que quieras a que le haces parar el coche para ir al baño a vomitar
antes de la décima vuelta. -dice Estrella que es la que mas sufrió
en el coche cuando conduci como una loca.
-Doscientos euros
a que no aguantas ni quince vueltas – dice Maria.
-Me estáis
asustando. - en ese momento ya no puedo aguantar mas y me echo a reír
a carcajada limpia.
-Vale, acepto la
apuesta y la subo a trescientos a que aguanto quince vueltas y que
cuando salga de el coche no vomito.
-Trato hecho
-dicen las dos y le dan la mano mientras me mirar y sonríen sabiendo
que no va a llegar ni a la quinta vuelta.
Tras eso, mis
amigas se despiden con la escusa de que tienen que ir a un lugar y le
hacen prometer al pobre Dylan de que me llevara a casa.
Cuando llegamos a
mi portal le invito a subir para tomar una copa y seguimos con
nuestra conversación sobre coches, le estoy dejando alucinado con la
de cosas que se de coches y eso me hace sonreír, cuando llegamos al
ascensor le digo que al tercero, lo pulsa y cuando las puertas del
ascensor se cierran, me mira con esa sonrisa que me revuelve el
estomago y se acerca lentamente a mi, nuestros labios se juntan
suavemente, pero en cuanto su lengua se enrosca con la mía el beso
se convierte en algo feroz y apasionado y sujetándome en sus hombros
enrosco mis piernas a su cintura y intensifico aun mas el beso.
Cuando las puertas
del ascensor se abren, seguimos besándonos y entre picos le digo que
es el C. Sin bajarme ni dejar de besarnos, termino por abrir la
puerta, entramos al piso y cierra la puerta con el pie y seguidamente
me empotra en ella y empieza a besarme aun mas locamente mientras mete
lentamente las manos por mi falda y yo intento quitarle el pantalón
cuando de repente se escucha un ruido de algo rompiéndose y
separándonos miramos al lugar de donde provenía el ruido y me
encuentro a mi madre mirándonos con cara de horror en la puerta de
la cocina y con un montón de cristales en los pies.
Continuara...
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